Tuesday, June 10, 2008

Introducción. Capítulo 4. Ynä

-Ynä (hermanos)- dijo con una voz dulce y relajada el jefe de la orden - En esta maravillosa y bien amada noche estrellada, tenemos el honor y la maravilla de presentaros al que será a partir de ahora un nuevo miembro de la orden de Hulen. Su nombre es Hyunde, y espero que como buenos Ynä le acojáis con regocijo entre vosotros. Viene de tierras muy lejanas, concretamente de la muy honorable orden de Wail. Os pido un enorme aplauso de bienvenida.

Una gran ovación se cernió sobre la sala arbolada, una ovación que duró una eternidad, aunque poco importaba, pues el tiempo en aquel sitio no tenía importancia, estaba algo así como congelado. Vítores empezaron a salir de las gargantas de los presentes, emocionados por ver crecer de nuevo a la antiguamente castigada orden de Hulen.

-¡Viva la Orden!_exclamó uno de los hermanos, visiblemente emocionado.

-¡Viva! - le contestaron todos.

-¡Larga vida a nuestro nuevo hermano Hyunde! ¡Por muchos años!

-¡Por muchos años hermano Hyunde, y larga vida!

Entonces de la nada aparecieron copas de Lera, que atraían en su superfície la blanca y pura luz de las estrellas, ante cada uno de los congregados, rellenas de líquido del Cristal Ancestral. Solamente en ocasiones muy especiales se les permitía a los reunidos beber de un brebaje sagrado y sellado por cientos de años como aquel. Todos se pusieron a charlar animadamente, bajo el ténue efecto de la bebida, que ensalzaba los corazones y hacía brillar las almas en medio de cualquier oscuridad.
Nuán no recordaba haber tenido una bienvenida tan enérgica y especial como aquella. Miraba alrededor y solamente veía caras felices y entusiasmadas, todos hablando acerca de todo lo virtuoso y bueno que existía en el mundo. Pero él, alrededor de todo aquel gozo, se sentía culpable por sentirse triste y melancólico. Se sentía incluso apartado, olvidado.

Debía ser simplemente un mal día, fruto de demasiadas emociones fuertes.

Toda la preocupación se desvaneció al ver que Hyunde se levantaba desde las raices del roble que le habían otorgado para tomar la palabra. Con la mano derecha seguía blandiendo la vara de madera, mientras que la izquierda tenía ligeramente agarrada una copa de Lera.

-No sé cómo podré agradeceros, en estos años venideros en los que espero y deseo ser vuestro hermano, toda esta muestra de sincera felicidad al haberme acogido como nuevo miembro de vuestra Orden - más aplausos entusiastas se sucedieron - ¡Gracias! -los aplausos cesaron - Desde mi niñez, siempre he tenido devoción por los mitos, las leyendas y las canciones que han ido moldeando y enriqueciendo nuestra sociedad actual. Yo provengo de la antigua orden de Wail, una congregación de hermanos que en una árdua tarea intentan mantener la paz y la estabilidad entre el mundo Ordinario y Espiral, pero por motivos puramente espirituales, mi alma me ha revelado que mi sitio está entre vosotros, en busca de la verdad que yace subyacente en los libros y en la tradición oral y secreta. Así pues, y siempre manteniendo en mi corazón los maravillosos recuerdos que permanecen de mi antigua Orden así como de los que serán siempre mis otros hermanos, soy un hombre feliz cada vez que pienso que he ingresado en la Orden en la qué de verdad puedo sentirme en casa, en la que mis sentimientos són los mismos que los vuestros. Así pues, bebo esta humilde copa que me ha sido otorgada con el ánimo de alguien que trabajará arduamente, codo con codo, y conjuro con conjuro, para que la llama de la leyenda siga viva en nuestro Mundo. ¡A vuestra salud, Ynä!

-¡A tu salud, Yne! - corearon el resto de hermanos, con gran júbilo.

Nuán miró otra vez a su alrededor. Era curioso observar la media de edad de todos los hermanos. Todos tenían más de cuarenta años, excepto él, que rondaba los treinta. Ahora todos estaban ocupados alzando alabanzas al jefe de la Orden y a Hyunde, pero lo que más deseaba Nuán era terminar con aquellas celebraciones infructíferas y seguir con la reunión, pues él había estado días enteros escribiendo en un pergamino sobre un tema del cual tenía muchas ganas de hablar, por su urgencia. Pero, ¿Por qué aquel anciano recibía tantas alabanzas y tantos halagos por parte de la Orden? Era irracional pensar que fuera simplemente un desconocido que hubiera ingresado en Hulen. Sin duda había algo sobre Hyunde que él desconocía, o...quizá simplemente fuera envidia por haber tenido una celebración así. Puede que hubiera sido un hombre con mucho renombre en su país, pero aquel bombo y platillo eramás digno de un señor feudal que recibe a un hijo de un señor de otra tierra que se ha casado con su hija, que de miembros de una Órden.

Así pues, Nuán se levantó, sin esperar que las muestras de alegría por la llegada del nuevo hermano hubieran cesado.

-Ruego a los presentes que la reunión se reanude después de haberle dado la bienvenida al nuevo hermano.

Al oirle sus sobrias palabras, los congregados cesaron de hablar durante unos instantes y le miraron con la cara amarga de alguien que odia ser interrumpido cuando disfruta de algo feliz.

-Nuán, estás en tu derecho de exponer lo que quieras decir ante los Ynä - dijo el Jefe, desganado, limitándose a seguir la tradición oral de la Orden.

-Bien - espetó Nuán, levántandose de su sitio bajo el roble - Supongo que habrán oido hablar de los Lamat.

Un silencioso pero constante revuelo se levantó en la sala al escuchar aquel nombre. Visiblemente airado, uno de los presentes, de nombre Tynu, se levantó.

-Oscuros nombres son los que tu pronuncias en una celebración como esta. Abogo por el veto a nuestro hermano Nuán, por agitar la oscuridad cuando no tiene que ser agitada.

-Nuán puede hablar de lo que su corazón le dicte como hermano nuestro que es - dijo el jefe, ligeramente contrariado - Puedes proseguir, Yne.

-Como ya sabréis, los Lamat són unos seres feéricos que llevan atacando a Espiral, de forma constante, desde hace muchos miles de años no solamente matando y destruyendo, sinó sembrando también el miedo y la ira en los corazones de la gente y así gran parte de la humanidad está expuesta al afán de poder para, con esa excusa, combatir a esos seres. El mayor problema reside en qué cuanto más corrupta y podrida está la humanidad, más ataques sufriremos de ellos y así se produce un círculo vicioso que nos puede llevar a la destrucción. Pero bueno, nada nuevo os cuento, toda esa historia la sabeis mejor que yo. El mayor problema es que, según he ido recogiendo en mis viajes por toda Espiral, los ataques han desaparecido. Simplemente, no se tiene constancia de ataques desde hace meses. Esto es muy extraño y querría que se discutiera, y más siendo Hyunde un ex-miembro de la Órden de Wail. Me temo que podemos estar en el ojo de un huracán.

Carcajadas y reproches empezaron a surgir de las gargantas de todos los presentes. Otra vez Tynu intervino.

-¿No será que quieres desviar la atención simplemente porque tienes envidia del recibimiento que hemos brindado a nuestro hermano?

-¡Seguro que así es!_intervino otro hermano, en un tono claramente burlesco.

-Nuán, después de este dudoso argumento que acabas de esgrimir, estás obligado a dar razones fundadas sobre ello - dijo el jefe, profundamente airado - o sinó tendremos que tomar medidas por tu insolencia en un día de júbilo y alegría como este.

-Eso es lo que pretendía hacer, mi maestro_contestó Nuán, en un tono muy relajado - Los Lamat, en contra de lo que casi todos piensan, son seres muy inteligentes guiados por un feérico del que no se sabe absolutamente nada, o por un grupo de ellos. Los Cuatro Guardianes, me han comentado, no sin temor, haber observado unas extrañas nieblas apareciendo por encima de las Cuatro Arboledas. Esas nieblas, a tenor de lo que nos cuentan las leyendas que nosotros mismos estudiamos, són exactamente iguales en forma a las descritas justo antes del primer ataque de los Lamat en la historia de Espiral, justo después de la Gran Guerra entre los Reinos de Espiral. El por qué se ven los mismos indicios que los producidos momentos antes de la Primera Caída, hace 6000 años, es algo que de momento, y por desgracia, escapa a mi saber - las quejas de los presentes empezaron a subir de tono, hasta el punto que a Nuán le costaba hablar. Había mucha hostilidad en el ambiente, mucha ira - Mi teoría es que los feéricos nos están amenazando con un nuevo Exilio, puesto que nuestro mundo se haya profundamente corrompido y desequilibrado, con una órden de Wail en la sombra que lo controla todo y unos pocos provilegiados que tienen acceso a las Órdenes. ¿No os lo habíais planteado hasta ahora?

-Hermano Nuán, conoces perfectamente las reglas de nuestra orden. Todos los hechos de importancia no demostrables deben evitarse en las reuniones. Lo que nos estás comentando es muy grave, y por eso tu falta de pruebas y por tus injurias no sólo contra todas las órdenes espirales sinó también contra la nuestra lo hace aún más grave - el jefe de la Orden hablaba con un tono de voz que había pasado del dulce y bajo del principio de la reunión, a un estado furioso e implacable - Al finalizar esta reunión deberemos tomar medidas contigo.

Nuán rió con amargura.

-Ya de por sí una Orden que niega la libertad de expresión de sus hermanos, indica lo podrido que está el mundo de las órdenes espirales, mi maestro. Además, te contradices en un punto. Esta órden está asentada sobre hechos que jamás se podrán comprobar: leyendas extraídas de canciones y mitología, y sin embargo creéis en su veracidad, ciegamente. ¿Por qué entonces no podemos creer a cuatro guardianes que llevan decenas de años guardando nuestras fronteras?

-Pido a la Orden que se vete al hermano Nuán - exclamó uno de los Ynä - Las injurias e insultos que está lanzando contra las órdenes són ya inaceptables.

Nuán dió dos pasos hacia el centro, ante las caras desencajadas por el odio de todos y, sin inmutarse, siguió hablando con un tono relajado y firme no sin antes dar un pequeño sorbo de su copa de Lera.

-La Orden de Hulen, así como el resto de órdenes, solamente podrá evitar un nuevo Exilio atrayendo sangre nueva a la Orden y refundándola, cómo el pequeño brote que nace al lado de un árbol moribundo, gracias a una última semilla. Yo propongo la creación de una escuela para todos los niños y niñas que quieran estudiar en ella, hijos de gente normal y corriente del pueblo, pues la magia y la sabiduría deberían poder ser accesibles a todo el mundo y no peligrosamente restringidas. El objetivo final de esas escuelas será el ingreso a la orden siempre bajo decisión propia.
De cada día nos encerramos más y más en un hermetismo que nos condena a repetir los errores que se cometieron hace 6000 años. El publo de cada vez es más manipulable, más influenciable y eso implica una progresiva desaparición de nuestra interacción con la magia y la sabiduría del Mundo, pues las órdenes de cada vez se vuelven más materialistas por su afán de poder sobre el pueblo - cerró el puño, con el ceño fruncido - Hermanos, os ruego que tengais en cuenta mi proposición, que al menos le deis el beneficio de la duda, pues sinó me temo que estamos todos abocados al una Segunda Caída. Por lo demás, pido disculpas si en algún momento os he ofendido. No era mi intención, pues todos los que me habeis podido conocer en el poco tiempo que he sido parte de esa hermandad sabéis y conocéis el profundo aprecio, respeto y admiración que guardo hacia cada uno de mis Ynä.

-Bien, este tema tan interesante será discutido en breve. Pero primero debemos centrarnos en lo que nos concierne - así hablaba el jefe de la orden, habiendo recuperado de nuevo su voz dulce y relajada - Tynu me ha pedido el turno, y hoy nos hablará sobre una leyenda recienmente descubierta gracias a un erudito llamado Pel·las, que pudo recopilarla en un libro gracias a los viejos habitantes de una aldea olvidada de las montañas de Ilmaren llamada Kerna.

Tynu se levantó con una gran sonrisa en el rostro.

-Así es, mi maestro. Hoy os voy a relatar una historia que confirma que la leyenda de la Joven de las Estrellas está más extendida de lo que creíamos. El único pueblo que hasta ahora hablaba de esta leyenda, cantada por sus bardos, está a miles de kilómetros de aquí, y todos recordareis su extraño nombre: Dauron Nesse, que en la Alta Lengua significa La mujer del cielo (Dauron: Cielo; Nesse: mujer). Y ahora viene lo más interesante: el pueblo de Qion, situado en un pequeño y angosto valle a mucha distancia del primero, conserva un pequeño templo llamado Deiron Nisso. A pesar de las diferencias idiomáticas, todo parece indicar que existió un culto común compartido por pueblos muy lejanos que no pudieron estar en contacto en tiempos muy remotos, cuando aún no existía la marinería. Y ahora empezaré a relataros esa maravillosa leyenda, cuya versión para mi es más bella y única que la primera que conocimos.

Nuevos hallazgos y revisiones de leyendas se iban sucediendo poco a poco, con tranquilidad y alegría trobadoresca. Nuán llegó a sentirse un mero agitador que se estaba alejando de los propósitos de la orden y de su propio deber quizá por envidia o por incapacidad de exponer un buen tema para regocijo de los demás hermanos. Él había estado trabajando en su proyecto de apertura de la orden durante un mes entero, y parecia como si hubiera estado perdiendo el tiempo a juzgar por el ínfimo caso que se le hacía. Cansado ya de esperar que le llegara su turno, al cabo de infinidad de horas que se desvirtuaban a consecuencia de la no existencia del espacio-tiempo comunes, se levantó del sitio al que estaba asignado bajo un roble joven y enclenque y, sin media palabra e invadido por la incomprensión, desapareció de la reunión ante la mirada impasible de los demás hermanos. No recordaba haberse sentido tan desamparado y solo en su toda su vida.

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