Friday, February 19, 2010

Capítulo 10: El Viaje (en proceso)

Ichiro temblaba. La emoción había hecho presa de ella desde que aquel ancestral rito había dado comienzo, algo de lo que solamente había leído. Y soñado.
Hanuil, Elrick y ella se hallaban sentados en la cámara principal de una pequeña pirámide construída justo encima del Portal, el cual era invisible. La forma piramidal era perfecta para canalizar las espirales mágicas que conectaban un mundo con el otro, y era la única forma de viajar con éxito, sin riesgo alguno. Además, la construcción estaba hecha de una piedra especial denominada Yuke, la única roca capaz de filtrarse entre los dos mundos.

Y a pesar de todo, Ichiro, en medio de aquella oscuridad casi total, se sentía nerviosa e insegura.

En la cámara de piedra no existía ninguna decoración, y solamente el débil resplandor que provenía de la abertura que daba al exterior de la pirámide a través de un túnel, iluminaba la oscuridad, con timidez.
¿Qué hacían sentados ahí, en el interior de una pirámide oscura y fría? Ella se había imaginado un rito muy diferente a aquel: todos dándose la mano y bailando y cantando fórmulas de Contacto para así poder viajar al Otro Lado.
Viendo cómo Hanuil y Elrick se mantenían quietos y serenos como rocas, la feérica empezó a escrutar el silencio, en busca de algún ruído que le indicara el comienzo del Viaje, pero lo único que pudo discernir de aquel espeso silencio fue un rumor lejano, muy lejano, como el que produce una cáscada pero más grave. ¿Acaso habían empezado a obrar el rito, colocándose todos alrededor de la pirámide?
Sin embargo los conjuros, hasta dónde ella sabía, no producían ningún ruído.

-¿También lo escuchais? - preguntó ella con un susurro que, dentro de aquella cámara, sonó como un grito - Ese rumor apagado...

Elrick, el cual tenía los ojos cerrados desde hacía unos minutos, los abrió lentamente y esbozó una misteriosa sonrisa.

-Espirales.

Un escalofrío mezcla de emoción y de desconcierto recorrió la espalda de la Viajera.

-¿Es...Espirales? - tartamudeó Ichiro, con sus ojos de miel abiertos como dos flores en primavera - ¿Y...y cómo haremos para...?

-¿Ves? - Hanuil puso los ojos en blanco, arreglándose la cola que se había hecho para recoger sus largos y rubios cabellos - Ya te lo advertí, Elrick. Las mujeres són incapaces de concentrarse y no digamos Ichiro. Siempre pensando y pensando...en las musarañas.

La joven frunció el ceño y sintió sus mejillas encenderse, echándole una retadora mirada al rubio Viajero.

-¡Pues las mujeres al menos pensamos, no como vosotros, que sois todos unos necios!

-¡Basta! - Elrick les atravesó as ambos con su fría y oscura mirada - ¡No quiero escucharos más! Y tú, Ichiro - relajó su forma de hablar, componiendo un rostro de infinita paciencia - concéntrate un poco, anda. Són las espirales las que nos agarran, y no nosotros a ellas. Parece mentira que estés tan cegada por los cuentitos humanos que ya te hayas olvidado que la magia de nuestro mundo fluye sin necesidad de conjuros ni ritos.

-Pe...pero cómo hago para concentrarme? - se rascó la cabeza, dubitativa. De hecho, ni siquiera conocía el significado de aquella palabra.

Hanuil suspiró, profundamente.

-Simplemente centra tus pensamientos en algo concreto - se encogió de hombros - por ejemplo, el ruído de las Espirales.

Ichiro asintió, algo confundida, y guardó silencio. Al cabo de poco tiempo volvió a escuchar aquel rumor lejano y contínuo. Hizo un titánico esfuerzo y trató de eliminar el resto de los pensamientos y sentimientos que la asaltaban en cada instante. Entonces, poco a poco, aquel rumor empezó a crecer en intensidad y dentro de él comenzó a distinguir una amplia sucesión de notas armónicas que resonaban tras aquel rumor, unos sonidos parecidos al que producen las cuerdas de un Violonchello.

Y, entonces, empezó a tener sensaciones extrañas, que jamás había experimentado: su cuerpo se le puso extremadamente rígido, como una piedra, y empezó a notar cómo las vibraciones musicales le producían pequeños y placenteros calambres por todo su cuerpo, dependiendo si la vibración era más grave o más aguda. La cámara de la pirámide primero se contrajo hasta tener la sensación que solamente ella cabía ahí dentro. Luego se expandió, de una forma parecida a cuando uno lanza una piedra al mar, produciendo una onda expansiva en el agua.

Flotaba.

Los muros habían desaparecido y ahora se encontraba rodeada por un profundo y oscuro océano de dimensiones gigantescas.

Y las sintió, todas a su alrededor y en su interior: espirales vibrando cada una con diferentes sonidos y formas. A Hanuil y a Elrick no les veía, pero los sentía con más intensidad y precisión que en persona: cada uno se había fundido o unido a una de las espirales, y ya ambos se alejaban con rapidez de ella a través de aquel océano de negritud insondable.

¡No! ¡No podían dejarla ahí sóla! ¡No podían irse sin ella!

Necesitaba concentrarse, tranquilizarse. Cerró los ojos y trató de averiguar la forma de unirse a una de la miríada de espirales que llenaban el espacio, pero no había manera, y la gran cantidad de sonidos y vibraciones empezaba a hacerla enloquecer.
Decidió, como último recurso, dejarse llevar, olvidarse del miedo que en aquellos momentos sentía, fluir con todo lo que la rodeaba.

Y entonces, comprendió.

Tenía que escuchar denbtro de ella, puesto que ahora mismo ella YA era una Espiral. Y así escuchó un sonido muy familiar que brotaba desde su interior. No hizo falta comprobarlo ni verlo: aquella ERA su vibración. Sintió una gran calidez en su pecho, una alegría rebosante como un jardín con miles de fuentes desbordantes del agua más pura que jamás hubiera imaginado.

Por fín partió con gran velocidad hacia adelante, fluyendo dentro de su Espiral y fue en aquellos momentos cuando pudo ver como aquella sucesión caótica de espirales confluían en una Espiral gigantesca que las abarcaba a todas.

Y entonces, comprendió algo que, no obstante, siempre había intuído: ambos mundos eran el mismo.

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Wednesday, January 20, 2010

Capítulo 9: El Viajero: La Aurora de Hanuil

-Aurora...¿Dónde me has llevado?

Se encontraban sentados en la arena de una gran playa y, a sus espaldas, se alzaba una gran extensión de bosques. Ante ellos, la inmensidad del mar levemente iluminado por la tenue luz de la aurora que precede al amanecer. 

La muchacha sonrió, enormemente satisfecha, y se abalanzó sobre él, abrazándole con gran efusividad.

-¡Bienvenido a mi mundo, al mundo que he estado creando para nosotros dos durante todos estos años! - alzó entonces su cabeza hacia el cielo teñido de un rosa casi imperceptible entre grandes trazos de oscuridad, iluminada por las estrellas - ¿Ves esta aurora? La creé de tal forma que fuera eterna, para que siempre te acuerdes de mí cada vez que mires al cielo.

-Es preciosa... - el Viajero parpadeó, entre desconcertado y maravillado con lo que veía - No sé qué decir. No sé cómo compensarte por tanto trabajo que has hecho, pensando en mí - se ruborizó un poco y la besó en los labios, mirándola con sus ojos azules e interrogativos y apartándole sus largos cabellos de color canela de su rostro.

Aurora le miró de arriba a abajo, divertida, y luego se separó de él y fue hacia la orilla para bañarse los pies, dándole así la espalda a Hanuil.

-Quiero saberlo todo sobre tí, esa es mi condición - se giró hacia él con las manos tras la espalda y le guiñó un ojo, sonriente, tirándole un beso al aire.

-¿Y qué me harás si no lo hago? - replicó él, con unos ojos retadores y una pícara sonrisa.

La muchacha se acercó hacia él y se arrodilló en la arena, colocando sus manos sobre sus propios muslos.

-Solamente yo sé el conjuro que nos lleva de vuelta a Folmendäl. Si no lo haces, nos quedaremos aquí los dos juntos para siempre, hasta que quieras contármelo, claro está. Y hasta que... - apartó la mirada y se ruborizó - Me hagas un contrato mágico de Retorno, de Retorno Breve.

Hanuil frunció el ceño.

-¿Me has traído aquí...para hacerme chantaje? Se trata de una broma de una chiquilla inmadura como tú seguramente. ¿Verdad?

-No es ninguna broma, Hanuil - se acercó más a él y le tumbó en la arena, colocando la palma de su mano sobre su pecho y le besó, echándose sobre él y rodeándole la cintura con sus piernas, impidiéndole así moverse. Luego sonrió, maliciosa - Antes decías que no te conozco, pero en verdad eres tú quien me conoce peor. Me has subestimado. ¿Recuerdas el dragón pintado en mi trapo? 

-¡Aurora! ¡Explícame qué juego perverso es este! - trató de desembarazarse de ella, pero no pudo - ¿Qué te he hecho yo para que me trates así? Hasta ahora te he tratado de diferente forma que a las demás muchachas. Y como sigas así, eso va a cambiar chiquilla. Y sí, recuerdo aquel dragón. ¿Por qué?

-Porque así soy yo, querido. Cuando hallo mi tesoro lo consigo, sea de la forma que sea.

Su rostro había cambiado como de la noche a la mañana, y ahora su rasgada mirada era fiera y temible. Había caído en la trampa de aquella araña sin escrúpulos la cual le estaba usando como uno de sus juguetes preferidos. No, aún no se lo podía creer. 

-Aurora, te juro que volveré y que te contaré todo mi pasado para que así me conozcas mejor, pero deja de hacer idioteces. Como sigas así me voy a enfadar, y te aseguro que no querrás verme enfadado - por fín consiguió desembarazarse de ella, empujándola contra su voluntad al suelo, y levantándose de ahí tremendamente mareado - Creía que no eras como las demás chiquillas de tu edad. Pero se ve que me equivocaba.

La muchacha empezó a sollozar, su rostro contra la arena.

-Yo...yo no quiero sufrir más. No era mi intención...encerrarte aquí - alzó su rostro, el cual había vuelto a experimentar un tremendo cambio y ahora parecía el de una niña desamparada. Se enjuagó las lágrimas con su blusa y prosiguió, aún en el suelo y de cuclillas, enseñando sus muslos desnudos - Ponte en mi lugar. Eres Viajero. ¿Qué debo esperar, 10, quizá 20 años más? ¡No podría soportarlo!

Hanuil suspiró profundamente y su enfado se evaporó como el rocío en una soleada mañana. Se sentó tras ella y la rodeó con sus brazos, enterrando su rostro en su hombro.

-Estás siendo muy egoísta, Aurora. Ser Viajero es mi vida. Pero no siempre estoy fuera, y...te juro que cuando vuelva al Mundo Feérico, te vendré siempre a ver. ¿De acuerdo? - le acarició lentamente las caderas y sonrió, con dulzura - Pero no quiero verte triste, ni tampoco como una niña caprichosa. Eso no es lo que me hizo enamorarme de tí.

Aurora, lejos de calmarse, siguió llorando de forma aún más desconsolada y se levantó, apartándose de su abrazo. Le miró, repleta de ira.

-¡¿Eso les dices a todas con las que te acuestas, bastardo?! ¡Sé de tus aventuras, y no creo una palabra de lo que dices! ¡Seguirás llevando esa vida que llevas, y te va a dar igual lo que yo sienta! - le agarró por la camisa con fuerza - ¿Cómo crees que me sentía cada vez que te veía con esas mujeres, en Folmendäl, a cada cual distinta? ¡Los Viajeros sois todos unos golfos, unos mujeriegos!

-No eres la más indicada para hablar, señorita casada con el noble de turno. ¿Gritaste mucho cuando te quitaron la virginidad? - se dirigió hacia ella con una sonrisa torcida, caminando con grandes zancadas por la arena - ¿O es que tu marido no te toca y por eso estás actuando como una adolescente desesperada por una buena sacudida?

La aludida alzó su pequeña mano y le pegó un fuerte bofetón en la mejilla al Viajero.

-¡No tienes ningún derecho a hablarle así a la hija del Señor de Folmendäl!

Hanuil, entonces, la agarró por los hombros y la miró con fiereza, sintiendo cómo su mejilla izquierda le ardía de forma muy intensa.

-Jamás perteneceré a tu mundo, puesto que cada uno de nosotros ya posee uno. Conténtate con el que tienes, y deja de comportarte como una cría.

Aurora desvió la mirada, sus mejillas visiblemente enrojecidas.

-Jamás pensé que fueras tan poco romántico. Me has decepcionado.

Hanuil se quedó de piedra al escuchar aquellas palabras. ¿Qué demonios quería decir con aquello? ¿Se estaba haciendo la víctima, después de aquel secuestro que había sufrido en toda regla?

-¿Poco romántico? ¡Pero tú qué sabrás de mí si nos acabamos de conocer! - no, no podía creerlo.

La joven le miró con desprecio, soltando un bufido repleto de desprecio y mirándole con una extraña y nueva indiferencia.

-Primero de todo, y por tu bien, quítame las manos de encima - dijo, con gran frialdad. Hanuil lo hizo, sin acordarse ya que seguía agarrándola por los hombros - Bien, pues muy sencillo. Ambos sabemos que los feéricos no necesitamos de palabras innecesarias para expresar nuestros sentimientos. ¿O es que ya estás perdiendo facultades de tanto andar con humanos?

Hanuil sintió hervir su sangre.

-¡Me acabas de secuestrar y ahora encima pretendes mantener una posición dominante! ¡No me lo puedo creer!

Aurora se llevó una mano a la frente y se dirigió hacia las aguas para bañarse los pies. Sintió un alivio inmenso y, paradójicamente, cuando más aliviada se sentía, más nervioso y desconcertado se encontraba el Viajero.

-¿Ves? Ya hablas como uno de ellos. Esa actitud humana de querer conocer a la otra persona hasta que ambos acaban hartos el uno del otro y se termina el misterio. Sí, mi abuela me contó historias de cuando aún solían viajar con frecuencia al Otro Lado, y siempre me advirtió: jamás te enamores de un humano, pues solamente buscan apagar tu esencia feérica, o lo que es lo mismo, tu magia, tus sueños. Y tu ante mis ojos eres uno de ellos - se giró hacia él y se encogió de hombros.

-¡¿A qué viene ese cambio repentino de actitud?! - el Viajero se rascó la nuca, totalmente desconcertado y sorpredido - Hace unos momentos estabas loca por mí y ahora me sueltas todas estas historias sin sentido.

Y mentía. Algo de sentido sí que tenían. ¿Cuantas veces no le había sucedido lo mismo que había relatado Aurora? Miríadas de veces. Quizá por eso siempre huía de las relaciones sentimentales, pero...¿Qué había de malo en divertirse y no querer atarse a nadie? ¿Qué sentido tenía comprometerse siendo un Viajero? Y, en verdad, no concebía estar con alguien sin tratar de conocerle lo mejor posible, antes de dar un paso tan radical cómo ella había pretendido...

¿En verdad se estaba convirtiendo en un humano huraño y desconfiado?

-Hanuil - la muchacha se acercó a él contorneando de forma sensual sus voluptuosas caderas, las cuales se intuían bajo su fino vestido blanco que brillaba levemente con la ténue luz del alba. Al fín, se detuvo a pocos centímetros de sus labios y lo miró con intensidad durante unos instantes, en silencio. El Viajero tragó saliva. ¿Qué pretendía ahora? - Quiero hacer el amor contigo, aquí y ahora. Y trataré que esta vez no vuelvas a huir, como tantas veces ya habrás hecho. En otras palabras - sonrió, pícara - Me gustaría devolverte un poco de tu yo feérico, porque aún y con todo, te sigo amando.

En contra de su voluntad, el Viajero sintió como una gran cantidad de sangre se le agolpaba en su rostro, sin remedio, y fue incapaz de disimularlo. Observó sus preciosas facciones, una mezcla entre inocencia misteriosa y de sabiduría algo maliciosa que brillaba en sus ojos y el deseo dentro de él empezó a crecer como la marea bajo el influjo de la Luna, y la Luna era ella, pero ella era sin duda...su cara oculta. Le besó, lentamente, y sintió el calor de sus labios contra los suyos y el corazón acelerándose en el pecho. Quería decir algo, pero en aquellos momentos no sentía la necesidad de hacerlo.

La entendía, sin palabras, una sensación que no sentía desde hacía tanto tiempo que ni siquiera lo recordaba. ¿Qué había de malo en entregarse sin reservas a otra persona, sin atenerse a explicación alguna? ¿No era aquello, acaso, el amor verdadero?

La abrazó y la atrajo hacia ella, con suavidad y ambos sonrieron, como si estuvieran perfectamente sincronizados el uno con el otro, como si sus dos mundos se hubieran superpuestos el uno sobre el otro, mezclándose, ávidos de compartirse.

-Aurora, yo...tenías razón...

-Ssshht - le puso un dedo en los labios y abrió su sonrisa, divertida.

Se revolcaron sobre la arena y empezaron a reirse a carcajadas, mientras rodaban por el suelo como dos niños y de repente a Hanuil le entraron unas ganas totalmente salvajes de tomarla ahí mismo, de hacer participar su cuerpo con el de su amada. Sí, era su amada, y ahora lo entendía, sin decir nada.
No le importaba nada más que aquel primitivo impulso que ya les impulsaba a desvestirse con rapidez y a besarse con una pasión desenfrenada. No, no era Viajero, era Hanuil, simple y llanamente, un Hanuil que se había perdido en un laberinto oscuro hacía ya mucho, mucho tiempo. Su lado feérico reencontrado, consumado con aquella unión. ¡Había sido tan necio, tan egoísta! Ya lo entendía: ella solamente había pretendido sacarle de su vida mediocre, de su deambular sin meta alguna, entregado a placeres superfluos, que se marchitaban con una sola palabra que intentaba definir algo que no era.

El tiempo se había detenido, y el universo entero se había reducido a ella y a él, ambos unidos mediante caricias, jadeos, risas y besos.

-¡Aurora! ¡Pe...pero qué significa esto!

Y todo terminó como había empezado: de forma inesperada. Ambos se giraron, alarmados, hacia el orígen de aquella voz repleta de sorpresa e incredulidad. Se trataba de Kirin, el barbudo padre de Aurora, el cual se hallaba petrificado ante aquella escena con los ojos tan abiertos que parecía que, de un momento a otro, le saldrían de sus órbitas.

Aurora empezó a tartamudear sin saber qué responder y Hanuil, sencillamente, no se creía lo que estaba ocurriendo. ¡¿Cómo demonios había llegado el padre de Aurora hasta allí, si se suponía que ella era la única creadora de la piedra?!

-No...no es lo que piensa. Se estaba ahogando y...ehm... - bajo la cabeza, sin atreverse a mirar a los ojos del anciano - Le estaba haciendo boca a boca...

El rostro de Kirin se transformó en una careta carmesí de la cual de un momento a otro iba a empezar a desprender un humito blanco. Apretó los puños y luego dejó caer de su mano derecha una piedra transparente que cayó, grácilmente, sobre la arena.

-¡S...sí! - por fín pudo replicar Aurora, frotándose las manos con gran nerviosismo - Papá, es cierto, casi me ahogo y Hanuil me ha salvado, deberías estarle agr...

-¡Calla! - gritó Kirin, con los dientes apretados - ¡Como no os vistais ahora mismo, en 10 segundos, os envío a ambos a Espiral de una patada en el culo! ¡Viajeros del diablo! - añadió, agarrando de nuevo su piedra transparente y metiéndosela en el bolsillo. Acto seguido, desapareció.