Friday, December 19, 2008

El Viajero. Capítulo 7. El Banquete

-¡Por supuesto que tengo en cuenta todos los peligros que nos acechan!. Espiral está en guerra, y te puedo asegurar que cada uno de mis compañeros lo sabe de sobra. ¿Por quien me has tomado? Creía que después de tantos años me conocías.

Elrik y Kirin se hallaban en medio de una acalorada discusión mientras que con el mismo ritmo frenético iban engullendo sin piedad unas aves en escabeche regadas con un licor añejo y jugo de limón, y acompañada por vegetales frescos. Elrick estaba especialmente indignado, su rostro congestionado, ardiente. Ichiro jamás lo había visto así.

-Cuando se trata de cuestiones de viajes se pone así. Recuerda lo que pasó en aquella Aldea. Pues igual - decía Hanuil con una sonrisa despreocupada. El joven no prestaba demasiada atención a aquellas airadas palabras de su viejo compañero, y prefería sonreir a algunas chicas que, con sus alfombras, se acercaban a la suya para charlar con él. Parecía desenvolverse bien en aquellos asuntos más banales.

-¡Se hace saber al gallardo viajero Hanuil que desde la alfombra de los mosaicos rojos y amarillos, reclaman su presencia! ¡Se trata de unas jovencitas con deseos de conocerle! - el bardo, antes y después de cada canción, se dedicaba a pasar recados entre alfombras, un gran número de ellos. Hanuil e Ichiro, curiosamente, eran los más nombrados, aunque sus reacciones eran notablemente distintas. Hanuil sonreía satisfecho, guiñaba un ojo a las damas, se levantaba, les prometía que pronto iría a charlar con ellas, y hacía profundas reverencias. Ichiro, en cambio, seguía comiendo, avergonzada, pero sin ninguna intención de corresponder a aquellas peticiones.

-Parece que no te agrada mucho este sitio - decía el joven, encogiéndose de hombros con una cálida sonrisa, a Ichiro - Nadie te va a hacer daño aquí, más al contrario. Lo único que debes evitar es emborracharte en demasía. Aunque tampoco te lo impediré - añadió, mirando de reojo a Elrick.

La chica paró de comer un momento y alzó sus ojos hacia él, ligeramente hundidos.

-Solamente me agobia un poco todo esto, pero estoy bien - dijo, con una ligera sonrisa - ¿Cuando partiremos hacia Espiral?

-Oh, pronto, pronto. Mañana mismo haremos ya los preparativos, aunque la resaca nos martillee los sesos. Oh, toma, bebe un poco más - le tendió de nuevo una copita de madera llena de licor a la chica - Hoy debes olvidarte de todo lo que te preocupa, Ichiro - le guiñó un ojo, con una mirada reconfortante y una sonrisa más tranquila.

-Gracias, Hanu, este agua al menos me alivia el corazón, aunque presiento que algo en mi interior no anda bien...pero prefiero no aguarte la fiesta con mis problemas.

Hanuil se arrastró un poco hacia ella, por la alfombra, hasta rozar sus muslos con los de la chica. Descargó el peso de su cabeza sobre una mano en la mejilla y la miró con atención, con sus ojos celestes y su cabellera rubia colgando sobre su pecho, descuidada.

-Es acerca de Rívon, ¿Verdad?

Ichiro le aguantó la mirada mientras martilleaba quedamente con su dedo índice un costado del plato de madera que aún contenía una gran cantidad de comida. Era una mirada de preocupación, pero su sonrisa dulce no se quebró.

-Sí, pero en serio, ahora no hablemos de ello. Gracias por preocuparte, Hanuil.

El joven bajó los ojos hacia el plato y dejó de sonreir ante aquellas palabras, para luego recuperarse y devolverle la sonrisa con una pequeña reverencia con la cabeza, y le tendió la mano.

-Ahora somos hermanos de profesión, preciosa. A pesar de los roces que podamos tener, hay que seguir juntos, que la cosa está muy mal para pelearnos por tonterías.

-Tienes razón - Ichiro le tendió la mano educadamente y abrió su sonrisa - Me siento orgullosa de pertenecer a vuestro Gremio.

Hanuil le guiñó un ojo y la besó en la mano, con suavidad.

-Y ahora a divertirse y a olvidarse de todo.

Mientras Hanuil e Ichiro hacían las paces sin darse cuenta, Elrick seguía igual de encendido, en medio de aquella calurosa discusión con Kirin. Parecía que el tono incluso había aumentado pasado el tiempo.

-¡Me la resbala todo cuanto me digas, Kirin, y más después de ver con qué pasotismo y cobardía se han tomado esa guerra las gentes de nuestro Mundo! ¿Qué habeis hecho vosotros? ¿Emborracharos y follar a diario? ¿Comer y dormir? ¿Y me quieres tú dar lecciones sobre qué hacer y qué no hacer una vez allí? ¡Debería darte vergüenza sacar ese tema cuando a vosotros no os importa una puta mierda!

-Por lo que más quieras, Elrik, tranquilízate y hablemos de forma más reposada - dijo Kirin, amasándose las barbas y dando un sorbo de su copa - En verdad aprecio más que nadie todo lo que habéis hecho por nuestro Mundo y el de los Humanos, Elrik. De hecho, te recuerdo que somos los únicos aquí que os apreciamos de verdad, y que, además, tenemos abierto uno de los poquísimos Portales existentes en el Mundo Feérico. No te dejes cegar por el orgullo, y en esto al menos debes hazme caso - lo miró con ojos graves y pensativos, mientras trataba de serenarse con respiraciones profundas, después de aquella gran discusión - Nosotros también hemos tomado parte de toda esa Guerra, Elrik, y de forma diría yo que importante. Aunque nunca se sabe.

Elrik frunció el ceño, echándose hacia atrás y acomodándose en la alfombra, cruzando las manos sobre su regazo.

-¿De qué diablos me estás hablando? ¿Parte en esa guerra? - dijo en un susurro airado - Cuéntamelo todo, Kirin.

-Bien - Kirin se arqueó de forma renqueante y lenta hacia él y también cruzó las manos sobre su regazo, con el gesto grave - Supongo que sabrás quien es Lúne.

-Por supuesto. Sigue

-De acuerdo, pues el año pasado estuvo aquí con dos amigos, en contra de las leyes de la Fortaleza que prohibían a los chicos de su edad entrar en contacto con Feéricos.

Elrik abrió los ojos ligeramente. Su sorpresa era enorme, pero trató de serenarse.

-¿Me estás tomando el pelo? ¿Lúne en nuestro Mundo, a su corta edad?

-Efectivamente - el anciano suspiró, cerrando los ojos por un momento, en una mueca de sufrimiento - Y desde el principio sentimos que un gran poder corre por sus venas, un poder inmenso. Elrick - se arqueó más hacia él, con la mirada entornada - No sé de dónde diablos ha recogido todo ese poder latente, pero tanto puede hacer el Bien, como el Mal. En un niño como él, sin formar, es muy peligroso. Así que decidimos...

-¿Hacerle saltar sobre una Hoguera Azul? - le interrumpió el Viajero, cargando una pipa y ya algo más relajado.

Kirin pareció profundamente desconcertado y se llevó lentamente las manos a la cabeza.

-Efectivamente, Elrick. ¿Cómo lo has sabido?

-Actuar sobre el libre albedrío de un humano es algo que un feérico es muy propenso a hacer.

-¡No me mires así Elrick! - exclamó Kirin, afectado por la suposición acertada del Viajero - Lo hicimos por él, para que no se desvíe por el camino de la destrucción, como ya casi ocurrió hace muy poco tiempo.

Elrik había recuperado la serenidad y la compostura. Se dedicaba a echarle miradas cortas y profundas mientras saboreaba una última y pequeña costilla de ave, deliciosa.

-No sabía que te preocupara tanto una acción tan común entre feéricos. Recuerda los secuestros de niños humanos, las visiones a las que les hemos sometido, las pruebas, y, en definitiva, putadas disfrazadas de lástima hacia ellos - hizo una pausa, dejó de comer y se acercó a unos pocos centímetros de su rostro con una mirada oscura y temible - Kirin, ni con mil hogueras podrás controlar del todo el poder de un humano, su ambición, su libre albedrío.

-¡Qué sabrás tú de poderes, alguien que no siente nada aunque le pinchen con una aguja! - Kirin era ahora el que hacía muecas nerviosas con su rostro enrojecido ya fuera por rabia o vergüenza - ¿Sabes qué acaba de hacer Lúne, por si no lo sabías? Y eso lo sé gracias a la imprudencia - pronunció aquella última palabra con ironía - de mantener un Portal abierto hacia el Mundo Espiral.

-Sorpréndeme.

-Ha matado al jefe de Varmal, se ha llevado a los últimos supervivientes de Fortaleza y se ha puesto claramente a favor de echar a los Lamat de Espiral. ¿Te das cuenta que nuestro hechizo ha funcionado y le ha permitido escapar de las garras de Agros?

Elrick se echó hacia atrás y rió a carcajadas, dando luego un pequeño sorbo a su copa.

-¡Bravo! - aplaudió - ¡Larga vida a Fölmendal! Gracias a vosotros volverá la felicidad y la armonía entre Espiral y el Mundo Feérico. Oh, ¡pero qué digo! - hizo una pausa, sonriendo de forma violenta - ¿Es que ha existido alguna vez tal armonía? ¡Sois unos ilusos! Te repito: su poder no tiene nada que ver con vosotros. No se soluciona nada haciendo saltar humanos sobre hogueras.

Kirin lo miró con ojos chispeantes.

-¿Y tú se puede saber qué has hecho aparte de observar los acontecimientos desde fuera? - su voz sonaba quebrada por la rabia, mientras que el resto de ancianos los miraban graves y en silencio, dejando de comer por unos instantes. Había una gran tensión en el ambiente e incluso Hanuil había dejado de bromear con las alfombras vecinas y había agravado su rostro.

-No tienes derecho a cuestionar a Elrik, Kirin, ninguno - Ichiro, bajo la sorpresa de todos, había alzado los ojos del plato y con una mirada bastante agresiva acechaba el rostro del anciano - El Gremio de Viajeros está marginado y ya nadie le da importancia, pero durante miles de años ha asegurado la estabilidad entre los dos mundos. ¿O es que ya os habéis olvidado de eso? Él trata de decirte que manipulando así a los seres humanos, solamente rompeis más la armonía que debería existir entre nosotros - Su voz sonaba temblorosa pero decidida. Hizo una pausa y observó todos los ojos vueltos hacia ella, abiertos, escrutándola de arriba a abajo. Se había producido un silencio de desconcierto entre los ancianos, ya que era evidente que no se esperaban la reacción de aquella niña - Ah, y otra cosa. Dejad de discutir como niños y disfrutad un poco del banquete.

Kirin se echó hacia atrás y empezó a reir a carcajada suelta. Una vez se recuperó, se arrastró hacia ella por la alfombra y le pellizcó una mejilla de forma cariñosa.

-Ya lo decía yo, esa chica nació para ser Viajera y tiene más seso que los dos juntos. Tienes razón - el anciano también miró de reojo a Elrik - Sé que los viajeros siempre habeis desempeñado un papel esencial en nuestras tierras. Discutir es inútil, así que mejor disfrutemos del banquete como es debido.

Elrick no dijo nada y se mantuvo sobrio como una estatua, dando algún pequeño sorbo a su copa, ligeramente distraído y con el ceño algo fruncido.
Mientras tanto, Hanuil había cogido de las manos a la chica y le decía lo increible que había sido su intervención.

-Gracias, lo dije sin pensar... - replicó ella, con una tímida sonrisa.

Hanuil soltó una risita divertida.

-Pues el día que se te ocurra hablar pensando, el mundo se postrará a tus pies.

Ichiro se giró hacia otro lado y fingió enfadarse.

-Tu zalamería no te servirá conmigo.

-Oh, perfecto, siempre preferí los retos difíciles - dijo él, sonriente, quitándose con la mano unas mechas de cabello rubio que le caían sobre los ojos.

De repente, todos los comensales empezaron a entonar emocionados las últimas frases de una canción tocada por un bardo que empuñaba una especie de arpa, todos a la vez, a viva voz.

-...Ahora que ya no recordamos
ni nuestros nombres,
ahora que cambiaríamos
a esposas y maridos
por otra copa,
ahora que la estrella polar
ha cambiado de posición,
las piedras subirán el telón
de lo que aún
la vergüenza esconde.

Al terminar la canción, la explosión de júbilo entre los presentes fue tremenda, arrancando unos aplausos ensordecedores.

-¡El juego de las piedras! - exclamó, lleno de regocijo, Hanuil - ¡Solo por eso me alegro de haber venido a este estercolero!

-¿El juego de las piedras? - preguntó Ichiro, temblando ya por alguna otra locura perpetrada por aquellos imprevisibles seres, viendo como aquel que les había guiado hacia la Gran Roca se desplazaba con una pequeña alfombra entre los comensales, tendiéndoles a todos un gran saco del que cada uno extraía una pequeña piedra de distinto color.

-Es sencillo - el chico dió otro sorbo más a su copa y se irguió hacia ella - Se trata de sacar una piedra mágica al azar. Hay 3 tipos de piedras: la piedra de la fiesta del mar, de color esmeralda; la piedra de la fiesta de la montaña, de color perla; y la piedra del romance, de color rojo - hizo una pausa y se echó hacia atrás, recordando algo con una media sonrisa - Por supuesto la última de ellas es la más...hmm...interesante.

No comments: