Tuesday, July 1, 2008

Capítulo 17. Guerra. Parte 3

Nuán, con urgencia, había improvisado un refugio para todos los supervivientes que había hallado en su precipitada huída, junto con los guardianes de la torre que habían decidido, jurando lealtad, acompañarle con todas las consecuencias que ello conllevaba. Aquellos, junto con Lúne, habían viajado hacia el sur evitando en todo momento los caminos principales, adentrándose todo el tiempo en la espesura protectora de los bosques.
Aún así, algunos Lamat les habían estado siguiendo de cerca y Nuán tuvo que recurrir a todo su ingenio y a su profundo conocimiento de aquellas tierras para conseguir despistarles con éxito, a pesar de seguir oyendo los lejanos y temibles gruñidos y aullidos amenazantes que les erizaba la piel constantemente.

Antorchas en mano, justo después que la noche cayera sobre ellos al completo, se internaron por escarpados y peligrosos senderos que se introducían en el interior rocoso de una colina flanqueada por viejos y siniestros robledales.
Al cabo de unas horas caminando por aquellos laberínticos e invisibles caminos los cuales muchas veces morían peligrosamente en acantilados, se personaron al fín en una cueva que nacía de forma natural en la roca y se adentraba hacia el corazón de la pequeña montaña.
Nuán apagó la antorcha, con sumo cuidado, dejando que solamente una de ellas, amarrada a una estalactita, permaneciera encendida, evitando así que los temibles seres feéricos pudieran, con sus desarrolladísimos sentidos, intuir presencia humana desde las inmediaciones.

Según lo que pudo ver Lúne con aquella casi ausencia de luz, solamente unas 30 personas se hallaban sentadas todas juntas, la mayor parte de ellas abrazadas las unas a las otras, algunas llorando en silencio, y otras cuchicheando y suspirando.
Se respiraba un ambiente de aflicción y de desesperanza que inundaba la cueva de un profundo temblor que no se podía explicar con palabras.

-No hemos podido encontrar a tus padres, Lúne. Lo siento...lo siento tanto... - dijo Nuán, acariciándole los largos y oscuros cabellos al joven, visiblemente abatido y haciendo un inhumano esfuerzo por evitar el llanto - Yo confié en él. Todo ha sido culpa mía.

Lúne clavó su mirada al suelo pero, era tal su desconcierto y tantas las sensaciones que había vivido en un sólo día, que se veía incapaz de razonar y de sentir una emoción concreta por nada. Entonces, en sus pequeños y estrechos labios se dibujo una leve y dulce sonrisa y, acto seguido, abrazó al director, dándole unas cariñosas palmadas en la espalda.

-Un buen corazón nunca tiene la culpa - y, separándose de él, su rostro de pronto se ensombreció como si hubiera recordado, de repente, algo que tenía exprimiéndole sus deseos hasta dejarle seco por dentro, por miedo a recordar, por temor al dolor - Yume...¿Está viva?

-Ven, sígueme - susurró Nuán, echando a andar hacia el interior de la cueva con paso renqueante y cansado.

Mientras recorrían el pequeño trecho de la gruta, las gentes que allí se hallaban sentadas, en su mayoría niños y jóvenes que, seguramente, se habrían quedado huérfanos, observaban a Lúne con una mirada torba y agresiva, e incluso alguno se atrevía a insultarle por lo bajo, tratando sin éxito que no se escucharan sus palabras, debido al gran eco que producía la profunda cavidad. Pero el joven no se molestó. Seguramente le habían visto luchar junto a Agros, el verdugo de todas sus famílias. No, no podía culparles.

Aquella jovenzuela que estaba hecha un ovillo, con los ojos entornados, fijos en un punto sin estar fijos en él, y los labios dispuestos en un rictus serio, sin expresión, era muy parecida a Yume, pero no podía ser ella en absoluto: sus cabellos de oro estaban totalmente descuidados, cayendo ante su cara, y robando de forma casi completa la belleza y la antigua y perdida vivacidad de sus ya fallecidos ojos azules. Aquella era la imagen de una persona perdida, desolada y muerta en vida.
Lúne, entonces, aterrado, se giró hacia Nuán, interrogativo, sin casi poder aguantar su mirada, una mirada que ahora le confirmaba sus peores presagios. No hacía falta que se lo dijera con palabras, pues sus ojos tristes y un casi imperceptible asentimiento con la cabeza, le hizo saber que aquella joven demacrada que estaba ante ella resultaba ser Yume...

-Yume... - susurró Lúne, tomándola de su mano fría y careciente de fuerza alguna, y clavándole su grisácea e iluminada mirada en sus dos hielos profundamente enterrados por una nieve que sentía dentro del corazón de la antaño danzarina y risueña chica de cabellos dorados - Yume... ¿Qué te ha pasado? Soy yo, Lúne...¿Me oyes? ¿Me reconoces?

Sin embargo, no halló respuesta alguna más que el leve viento tibio que se filtraba a través de las cavidades, y una leve negación con la cabeza junto con un parpadeo de ojos que denotaban el desconcierto que se obtiene ante un desconocido que de repente asegura conocerte. Después de aquello, siguió mostrando aquella mirada inexpresiva y rocosa hacia ninguna parte.

No era posible.

La incredulidad del joven era tan grande que era incapaz de creer que se hallara realmente ante ella. Entonces, justo cuando iba a volver a dirigirse a ella ya acercándose más a su rostro, Nuán lo detuvo y se lo llevó a un rincón de la cueva.

-Yume ha perdido a toda su família en solamente unas horas. Ella se hallaba justamente en un sitio perdido del bosque del norte, por lo que pudo escapar de los Lamat. Pero al restrear la casa de su família, vimos los cadáveres y no tuvimos más remedio que comunicárselo - dijo Nuán, con una voz repleta de dolor y aflicción, ronca por la emoción, y casi incapaz de proseguir - Gracias a los Feéricos que su mejor amiga, Anie, pudo salvarse del horror, aún cuando sus padres han desaparecido...al igual que los tuyos, Lúne... - suspiró, y, sin ya poder decirle nada más, le agarró con fuerza de un hombro y lo miró con intensidad - Nunca, repito, nunca frivolices con las guerras, Lúne. Són todas cruentas, muestran lo peor del ser humano y causan dolores irreparables, corazones rotos, ilusiones destrozadas y almas luminosas ahogadas en sangre. La Guerra es nuestro Fracaso.

Lúne bajó la mirada abatido y cerró los ojos con fuerza, sin querer creerse lo que acababa de ver. Nunca se le hubiera pasado por la cabeza, a pesar de su permanente estado de negativismo, que todo terminaría de aquella forma tan trágica. Parecía una pesadilla, como si de repente todos los seres del mundo hubieran conspirado contra ellos, seres inocentes en su gran mayoría (excepto él, un maldito monstruo que había luchado junto al infame Agros y había asesinado a dos amigos suyos).

-¿Por qué...no me reconoce? - fueron estas las únicas palabras que amanecieron del horizonte quebrado de su boca.

Nuán desvió unos momentos la mirada hacia Yume, de manera dulce y triste a la vez, y la volvió a posar en el rostro del joven miembro de Varmal, mancillado por aquellos eventos tan surreales y terribles.

-Debido al shock producido, Yume se desmayó al conocer la notícia y, al despertar, empezó a sufrir unos terribles espasmos que casi le quitan la vida. Parecía como si, de manera inconsciente, quisiera acabar con su propia vida y reunirse así con su família en la Celeste Sala, por eso tuve que administrarle, con urgencia, un potente sedante que le hiciera perder la memoria por unos días, hasta que su mente se estabilice...cosa que de momento parece improbable - replicó el director, acariciándose la frente con una mueca torcida en su boca que denotaba impotencia y desesperación - Lamento decirlo, pero no sé a ciencia cierta si Yume va a volver a ser la de antes, Lúne.

El joven, al fín, sintió como todo el peso de aquellas aflicciones juntas le derrumbaba en el suelo y, sin poderse controlar, empezó a sollozar, tapándose la cara con las manos y recostándose en la pared, sintiéndose perdido y culpable de todo lo acontecido. Pero Nuán, al observar cómo se derrumbaba, en vez de quedarse de brazos cruzados, le agarró por un brazo y lo volvió a levantar, con sus ojos llenos de una extraña energía profundísima e insondable que jamás había visto en él, unos ojos duros e implacables.

-Lúne, debes ser fuerte, y más en estos momentos. Prométeme que cuidarás de Yume a partir de ahora. Sé que tu eres el único que puede devolverle su alma perdida, quien sabe dónde ahora. Sé que tu eres el único que conoce el camino para ello - después de aquellas palabras, anduvo hacia el centro de la cueva y aquella vez se dirigió a todos los presentes.

-¡Mis queridos amigos y hermanos! - exclamó con voz potente y desgarradora - Cada uno de nosotros, incluido yo, hemos perdido lo que más apreciábamos, nuestras tierras, nuestras familias, nuestro futuro. Entiendo y comparto vuestra incurable pena, y no pretendo curáosla con falsas esperanzas, pues ahora el dolor es demasiado profundo para ser curado ni siquiera en sueños - apretó el puño derecho, haciendo un esfuerzo por no desfallecer en aquel intento de demostración de fuerza y esperanza que dentro de él ahora era incapaz de hallar - No obstante, estamos vivos. Se me ha notificado que el ejército de Melack ha sido totalmente destrozado, y su lider asesinado por los Lamat. Que en paz descanse.

De repente, bajo la sorpresa de muchos, una voz femenina se alzó por encima de la de Nuán con un tono airado y rabioso que conseguía rasgar y romper el aire. Se trataba de una menuda joven morena, de ojos negros.

-¡Lúne de Guibrush, aquí presente, luchó con Agros siendo su mano derecha en la guerra, siendo complice del asesinato de todas nuestras famílias! ¡Además mi mejor amiga, mi querida Yume, fue agredida por él una semana antes de su investidura! ¡Mirad el estado en qué se encuentra! ¡Lúne es la fuente del mal! ¡Él es el causante de la guerra! ¿Por qué entonces ocurrió durante su investidura? ¿¡Por qué?! - efectivamente, la que hablaba era Anie, y por su forma de hablar, estaba completamente fuera de sí - ¡Merece...la muerte! ¡La merece! ¡Una muerte lenta y dolorosa!

Nuán, entonces, adoptó su posición de profesor, pese a no ejercer en aquel momento, y se plantó ante la chica que intentaba agredir fisicamente a Lúne, el cual restaba en el suelo, sentado contra la pared y ajeno a todo lo que le rodeaba pero consciente de todo lo que había dicho Anie, aquella joven que según Nuán era la mejor amiga de Yume.

-Jamás me hubiera imaginado que una joven inteligente como tú cayera en un fanatismo propio de idiotas e inconscientes - espetó Nuán, visiblemente molesto - Sabed todos - añadió, girándose hacia el resto de los congregados, los cuales no habían dejado de mirar mal a Lúne - que este joven fue vilmente manipulado por Agros hasta que este murió y ahora por fín se ha liberado de las cadenas que le unían a él. Él no tiene culpa de nada, pero si queréis lincharlo adelante, lo tenéis aquí, indefenso, inocente y derrotado y sintiéndose culpable a pesar de su inocencia. Si lo hacéis, vosotros seréis los que no merecereis vivir, y yo pienso renunciar a seguir guiándoos si esta es vuestra decisión. Así que elegid - hizo otra pausa, y esta vez no tuvo consideración con la mirada que le dedicó a Anie, esta vez llena de reprobación y de decepción - Por culpa de Agros, niña, porque eres una niña y hoy me lo has demostrado, este joven que tengo a mi lado ha sufrido alucinaciones durante parte de su vida, ha estado en constante depresión y siempre bajo la manipulación del poder corrupto del Varmal creado por Agros. Lo que más me decepciona, Anie, es que tú siempre te creíste sabia, siempre quisiste informarte de todo, pero hoy has demostrado ser una hipócrita y una inmadura - hizo una pausa y suspiró, ya más relajado, observando como el rostro de Anie se sonrojaba ligeramente, pese a que todavía conservaba su ceño fruncido - Debes seguir aprendiendo de tus errores y no volver jamás a promulgar juicios no demostrados contra cualquier persona, pues todos tenemos derecho a la presunción de inocencia. Y nadie, ni siquiera nuestro peor enemigo, merece la muerte.

Ante aquel apasionado discurso todos callaron, y Lúne, al contrario de lo que pensaba, se sintió fortalecido y muy agradecido por las palabras de su profesor. En verdad, él había cometido errores, pero aquella joven no tenía derecho a juzgarlo de aquella manera. Aún así, comprendió sus sentimientos y, decidido, se levantó y dió un paso adelante, repentinamente sereno, hacia Anie, colocándose cara a cara con ella con el gesto serio y grave.

-Permíteme que me presente y que vuelva a disculparme por todos mis errores pasados - hizo una leve reverencia, con el rostro visiblemente afectado - Como ya sabes me llamo Lúne de Guibrush. ¿Cuál es tu nombre?

Anie no le devolvió la mirada, manteniendo sus brazos cruzados contra su pecho. Pero su honor le impedía no responderle.

-Me llamo Anie Piroln - contestó con sequedad.

Lúne, al observar que aquella le giraba la cara, le agarró la barbilla suavemente a la joven la cual, sin esperarse aquello, no tuvo tiempo ni de reaccionar. Entonces lo miró sorprendida y su ceño se relajó, pese a que sus ojos aún destilaban una ira incontrolable.

-Sé cómo salir de Fortaleza. Y si vamos a seguir juntos, todos debemos confiar y mantenernos unidos. Ahora las afrentas y las penas se deben enterrar. Espiral prevalece.

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