Friday, November 28, 2008

El viajero. Capítulo 4: la balanza

-¿Estás bien, Ichiro?

Después del entusiasmo que habían suscitado las palabras de Hanuil sobre la posibilidad de viajar a Espiral y de conocer por fín a los humanos, la niña había mudado totalmente de rostro, quedándose congelada ahí donde estaba, con sus ojos de miel abiertos, como si de repente hubiera recibido un pinchazo en algún lugar indefinido. Un grito de una voz tremendamente familiar parecía haber turbado sus pensamientos y convertirlos de repente en frágiles y desprotegidos. ¿Aquella era la voz de...?

-¡Ichiro! - Hanuil la agarró por el hombro con ojos preocupados y graves - ¿A qué viene ese repentino cambio de actitud?

La joven alzó los ojos hacia él, alarmada y, temblándole las manos, le agarró de su camisa.

-¡Tengo que volver a la aldea! ¡Están todos preocupados por mí! He...he sido una egoísta...Rívon me está buscando, y mis padres, todos... - hizo una pausa, ya con los ojos mojados de unas lágrimas que estaban a punto de aparecer - ¡Por favor, devolvedme a casa!

Hanuil pareció no inmutarse ante aquella repentina prisa y urgencia de Ichiro y se limitó a negar con la cabeza, mientras su mirada se dirigía a la puerta de madera de la taberna.

-Siempre he sido un iluso, pero contigo me había ilusionado especialmente. Ya que las cosas hace tiempo que están torcidas, creía haber encontrado a una chica valiente y sin miedos. Veo que esto no es así - se encogió de hombros - y que sin duda aún eres una niña que se habrá marchado de casa por las típicas rabietas de tu edad.

-¡No! ¡Eso no es verdad! ¡A mi...a mi me hace mucha ilusión viajar con vosotros! Pero al menos debo disculparme ante mi família por lo que hice...y es cierto que he sido muy inmadura.

-Te contradices, niña - respondió él, mirándola de arriba a abajo y empleando un tono de voz despectivo en la palabra "niña" - Lo que no puedes pretender es decidir algo tan importante como esto y luego querer echarte atrás. ¿Tú eres consciente de la importancia de nuestra misión? No, sin duda no lo eres.

La niña, viendo que no obtenía el apoyo de Hanuil, dió media vuelta e hizo ademán de salir afuera, tratando que no se notara que ya estaba llorando, tratando de no dar una imagen aún más patética de ella misma. Debía volver a su casa, al menos para despedirse, y ser fuerte...

...pero una mano la sujetó por el brazo, con gran fuerza, haciéndole daño.

-Tú no irás a ningún lado. Si vas allí y les cuentas que has estado con el gremio de viajeros, vendrán a por nosotros - tiró hacia él y la empujó hacia su pecho quedándose su rostro a pocos centímetros del de ella. Sonreía, sin embargo, con dulzura - No quiero hacerte daño, y no te lo haría por nada del mundo, pero siento comunicarte que ya no puedes volverte atrás y que, si lo haces, te dañarás a ti misma y también nos dañarás a nosotros. Después de eso, creerán que te habíamos secuestrado, y entonces será el fín de nuestra ya maltrecha Sociedad. ¿Entiendes?

La niña trató de separarse de él, haciendo fuerza y removiéndose a un lado y a otro.

-¡Déjame! ¡Que...qué estás haciendo! ¡Déjame marchar, auxilio! ¡Por favor!

Hanuil aflojó aquel súbito abrazo y, encogiéndose de hombros, la empujó hacia atrás.

-Elrick sabe tan bien como yo que, una vez te has unido a nosotros en palabra, en nuestra Sociedad está prohibido echarse atrás. Y tú, al aceptar un Viaje, has decidido ser una de los nuestros. No podrás escapar - dijo, abriendo más su sonrisa - Hoy has aprendido una nueva lección. Antes de decidir algo, piénsatelo dos veces. Aún crees que las aventuras no tienen consecuencias, pero es normal. Eres una niña que acaba de terminar de mamar.

Ichiro alzó la mano y, con rapidez, le dió un fuerte bofetón al chico, en la mejilla, girándole la cara por completo. Hanuil alzó ligeramente las cejas, sorprendido, acariciándose la zona afectada.

-¡Tu eres Don Perfecto, jamás cometes errores! ¿No? Tú eres de esos que van alardeando de estar curtidos por miles de Viajes y de aventuras y con esa excusa quiere que los demás se dobleguen a sus intenciones - fue caminando hacia la puerta y la abrió, de un fuerte golpe - Pues yo me iré a casa y, si quieres impedirlo... ¡tendrás que matarme!

Hanuil frunció el ceño y dejó, por fín, el sarcasmo de lado, dirigiéndose también hacia la puerta, con el rostro congestionado por la ira.

-¡Tienes razón! Eres una egoísta que solamente piensas en tí misma sin pensar en las consecuencias. ¿Para qué queremos a alguien así? ¡Vete, vuelve a tu casa! Pero si lo haces no vuelvas nunca más por aquí, ni se te ocurra. ¡Aquí no aceptamos niños ni adolescentes con problemas de personalidad! ¡Aquí somos guerreros que vamos a morir en batalla! ¡Somos los únicos en el mundo feérico que nos mantenemos íntegros sobre el hilo de un destino adverso! ¡Así que vete, y no vuelvas! Ya estamos acostumbrados. ¡Vuelve a tu vida de mierda y sigue con esa farsa hasta que los Lamat os prendan fuego a todos!

Mientras hablaba así, ambos andaban calle abajo, una calle desierta por las que solamente se oían sus voces haciendo eco y retumbando entre las paredes. Entonces, Ichiro se giró hacia él sin dejar de andar con aire orgulloso e iracundo.

-¿Sabes lo que te ocurre a tí? Que nadie te quiere, nadie te necesita, y has llegado a creer que solamente te tienes a tí mismo y que esto está bien. Si esto es así, prefiero volver a casa y vivir esa farsa que dices tú antes de viajar con alguien como tú. Seguiré con mis sueños y con mi vida, y al menos tendré a mis padres y a... - hizo una pausa, parándose de repente de andar y ensombreciéndosele el rostro - Rívon, que tiene un corazón mucho más grande y bueno que tú.

Hanuil colocó una mano en la pared empedrada de una de aquellas calles de estilo medieval, justo al lado de un comercio de venta de mapas de Espiral, que permanecía cerrado.

-Oh, seguro que a este Rívon lo debes utilizar como utilizas a todos para tus conocidos, para tus propios intereses. Solamente será un tonto útil más y luego lo desecharás. De hecho, lo acabas de hacer - espetó, con una sonrisa amarga y llena de desprecio.

-¡Tu no sabes nada ni de mí ni de Rívon! - gritó ella, empujándole a un lado y siguiendo con su ruta hacia la nada, pues realmente no tenía ni idea de cómo salir de aquel lugar, el cual se hallaba en otro plano.

De repente, notó como una mano fuerte y enorme la agarraba por el cuello de su vestido rojo y la levantaba del suelo sin que ella pudiera hacer absolutamente nada. Quedó paralizada, espantada, esperando que Hanuil se hubiera convertido, de repente, en un temible gigante, resuelto a matarla de un puñetazo o de un hachazo. ¿Tan corta iba a ser su vida? ¿Por qué no era capaz de controlar sus impulsos? Ella misma había visto cómo aquel supuesto niño de su edad había estado apunto de matar a aquel obeso y borracho ex-Viajero con sus propias manos. ¿Cómo no podía matarla a ella, que no era capaz ni de matar a una hormiga?

-¡Su...suéltame! ¡Suéltame te he dicho! ¡No me vas a matar tan fácilmente! - gritaba, con todas sus fuerzas, mientras, con los ojos cerrados, le pegaba con todas sus fuerzas en el pecho.

-¡Eso, Elrik! - exclamó Hanuil que, de repente, había aparecido al otro lado, agarrado también por una de aquellas grandes manos, por la camisa, tratando de darle patadas y mirándole con unos ojos abiertos y repletos de una ira incontrolada - ¡Haz el favor de bajarme de aquí! ¡Toda la culpa la tiene esa mocosa! ¡Quiere volver a su casa y nos va a delatar!

-¡Cállate de una puta vez, maldito niñato con delirios de grandeza! - respondió, girándose hacia él con voz cavernosa y vibrante, un Elrik que ahora aparecía amenazador y con unos ojos llameantes que infundían terror - ¿¡Cómo te atreves a retener a una mujer en contra de su voluntad!? ¡¿Cómo te atreves a mofarte de alguien ajeno a nuestro mundo, a alguien indefenso, jodido cobarde?! ¡Ahora vas a pedirle perdón a Ichiro, de rodillas, y no quiero que abras tu puta boca para contestarme porque te la voy a partir en dos!

Hanuil alzó las cejas y empezó a temblar de pies a cabeza, viéndose totalmente superado por aquella súbita y rara agresividad en alguien que normalmente permanecía sereno y razonable en todas las situaciones. Lo miró, sin embargo, desafiante, poco antes que Elrik lo echara al suelo con dureza y le pisara la cabeza con una bota.

-¡Vuelves a mirarme de esta forma y te parto la cabeza en dos! ¿Me has entendido? Maldito gusano falto de honor, de ética y de moral. ¿Y tu te consideras viajero, un proto-hombre que no es capaz de ser gentil con una dama cuando más lo necesita? Me das asco - añadió, escupiéndole en la cara y haciendo que éste se inclinara en el suelo, apretándole aún más con la bota - ¡Pídele perdón, ahora mismo!

-Pe...perdón...Elrik yo...

El hombre le propinó un sonoro puñetazo en toda la cara al joven, dejándole de cuclillas en el suelo, temblando.

-Ichiro es dos mil veces más madura que tú. ¡Arrodíllate y pídele perdón, niño, pero bien!

-¡Perdóname Ichiro! ¡No volveré a tratarte así! - se acercó a ella y le besó en la mano, con lágrimas en los ojos y mirando de vez en cuando a Elrik, por si acaso - Yo...yo...soy un gusano, tiene razón. Pero amo mucho a este Gremio y...y me he equivocado...

Ichiro no contestó y miró hacia otro lado, visiblemente enfadada con él. No, no le iba a hablar nunca más después de aquello.

-¿Y tu, Ichiro? ¡¿Te crees que por ser una niña mimada que ha escapado de casa te vas a librar de tus responsabilidades aquí?! - exclamó Elrik girándose hacia ella y dejando ya de lado al maltrecho Hanuil en el suelo, con el orgullo pisado y repisado, rojo como un tomate - Si quieres volver a casa, vuelve, pero no volveremos a por tí. Tenemos mucho trabajo que hacer si juntos queremos viajar a Espiral e intentar convencer al Mundo Feérico de que aquella guerra también es su guerra. Ahora debes decidir, si es que te consideras una adulta y no quieres que dé parte de razón a Hanuil. ¿Te quedas o te vas?

Ichiro no podía pensar en nada razonable en aquel momento. No se había imaginado que el enfado de Elrik también se centraría en ella.

-Pero yo...debo volver, es mi obligación...

-¡No! ¡Tu obligación era quedarte en tu casa y seguir con tu vida! ¡Tú fuiste la que te entrometiste en nuestra guerra y en nuestra causa, así que ahora debes decidirte! Aquí ya no valen medias tintas, Ichiro - exclamó, con una voz que destilaba cansancio , de estar absolutamente harto de aquellas indecisiones - Si te vas, no volverás a salir del Mundo Feérico en toda tu vida.

Entonces Elrik soltó también a Ichiro al suelo, cuyo cuerpo cayó con todo su peso y, ya sentada, empezó a pensar, entre lágrimas, desesperada, cual debía ser su futuro ante aquella encrucijada de caminos que jamás se habría planteado. Al salir de casa, simplemente creía que todo iría rodado, que todo sería perfecto, y que un nuevo mundo se abriría ante ella pero...¿Y ahora qué? Se trataba de su família, de sus amigos, de todo cuanto le importaba en su vida, pero...también se trataba de sus sueños, de sus fantasías y de sus ilusiones. Y ambas cosas...

...pesaban lo mismo en la balanza de su vida.

-Yo...elijo ir con vosotros - balbució finalmente, con las manos en la cara, entre lágrimas - So...soy una egoísta, es cierto. Además no sé ni lo que quiero...

-Bien - dijo Elrik, dándole la mano ayudándole a levantarse - Tú acabas de decirlo y ya no puedes echarte atrás, sientas como te sientas. Todos tenemos siempre una parte de nuestra alma rota por la tristeza y por la pérdida, pues es el sacrificio que debemos hacer para avanzar hacia nuestros sueños y deseos. Pero no perdamos más el tiempo... - también le ofreció una mano a Hanuil, el cual ya sin fuerzas para conservar su orgullo, se la tendió de vuelta, sin rechistar - Debemos prepararnos para el Viaje. ¿De acuerdo, niñitos?

-De acuerdo - respondieron los dos, andando de forma renqueante tras Elrik y con la cabeza gacha, derrotados.

Al pasar junto a un escaparate con mapas, joyas de protección, pergaminos de conjuros e instrumentos musicales feéricos, Elrik, sin inmutarse, le propinó una patada a los cristales de aquel comercio cerrado, rompiéndolos, y, acto seguido, se internó en él.

-Anda, seguidme. Vamos a saquear esto que, total, nadie lo va a reclamar ya.

No comments: