Friday, October 24, 2008

Cuento de hadas. El viajero. Capítulo 3

Elrik, sin apenas tiempo de sorprenderse ante la reacción de la niña, alzó la cabeza, alarmado, hacia la villa que ahora se alzaba a sus pies bajo el bosque.

-¿Qué sucede? - Ichiro lo miraba con una ceja alzada.

-Debemos volver a la aldea. No te separes de mí ni un momento.

El Viajero, seguido de cerca por la niña, bajó de la loma con grandes pasos y en poco tiempo ya se había personado ante la taberna. De nuevo y con decisión, empujó la puerta de entrada.

Allí dentro, justo en la barra, una imagen muy distinta se les apareció ante sus ojos. Un niño rubio algo más alto que Ichiro, de cabellos largos y recogidos en una larga cola, con los ojos celestes, tenía cogido por el cuello a aquel obeso hombre con el que Elrik había hablado antes. Los ojos de aquel niño eran fríos como el hielo y parecían infundir un gran terror en el otro.

-Por favor...Ha...Hanuil...me estoy ahogando...pe...perdóname...

Pero parecía que aquel tal Hanuil le hacía poco caso, o quizá sea mejor decir que ni siquiera debía escucharle. En sus labios se dibujó una suave y calma sonrisa.

-¿Temes que, si te rompo el cuello, no puedas beber más Kruit? - con su mano izquierda, y sin soltar del pescuezo al infeliz, agarró el vaso de licor y, de un solo trago, se lo bebió - Esta mierda sabe a decadencia.

-¡Hanu! ¡¿Has perdido el juicio?! ¡Deja en paz a Loriley! - Elrik se acercó al niño y le agarró del brazo con fuerza - ¿Qué diablos te ha hecho?

Hanuil abrió los ojos con cierta sorpresa pero pronto se repuso y volvió a suavizar su expresión.

-¡Vaya! ¡Elrik! ¡Dichosos son mis ojos! ¿Y tú quien te has creído que eres para venir a darme órdenes si ya no existe el Gremio? - hizo una pausa y, con un movimiento despectivo empujó a Loriley sobre la barra haciéndolo caer sobre ella, tosiendo y escupiendo sangre - Por cierto, no sabía que tuvieras una hija adoptiva.

-No es mi padre, somos amigos. No le hables así, te lo ruego. ¿Quien es ese engreído, Elrik?

Ichiro tenía el ceño fruncido y se había adelantado hasta quedar justo delante del niño rubio, el cual parecía disfrutar de lo que veía. Sus ojos ya no eran fríos, sinó centelleantes, y la miraba de arriba a abajo.

-No te inmiscuyas en esto, Ichiro. Hanuil es uno de los Viajeros más jóvenes - dijo, apartándola gentilmente de allí con su brazo derecho - Vayamos al grano, Hanuil. Necesito una explicación sobre lo que has hecho - su forma de hablar ahora era amenazante y seca.

El niño puso los brazos en jarras y su semblante se volvió grave.

-Al no existir el Gremio, como tú bien sabes, ya nadie acudía a la Aldea excepto para discutir sobre nimiedades. Decidí marcharme, al igual que tú, aunque tu fuiste más intuitivo por lo que parece - sonrío con cierta dulzura - Sin embargo, hoy fue diferente. Tuve una premonición, de esas que hacía tiempo no sentía y que, parece ser, tu también has tenido. Vine aquí y me encontré a este infeliz, que solamente es una sombra de lo que fue. Al verle en este estado, la ira acudió a mí con ceguera - hizo una pausa y sus mejillas se encendieron ligeramente - Quizá me excedí un poco, pero no pude soportarlo.

Elrik suspiró profundamente y sacudió la cabeza, sin dejar de mirarlo ahora de forma algo paternal. Loriley yacía sobre la barra dormido a causa de la cantidad de alcohol que había ingerido. Lo miró y sintió lástima.

-No vuelvas a mancillar tu honor de esta forma atacando a un ser que no puede defenderse, Hanuil. Eso va en contra de los principios del Gremio y, a pesar que ya no seamos parte de él, seguimos unidos por corazón y alma.

El niño se rascó la cabeza, avergonzado, y, en un impulso, se abrazó efusivamente a Elrik.

-Feliz reencuentro, Elrik.

El hombre le dió unas palmadas en la espalda y sonrió.

-Feliz reencuentro, Hanuil.

Ichiro juntó las dos manos y se las llevó al pecho, emocionada ante aquella imagen.

-¿Entonces los tres iremos hacia nuevas aventuras?

Hanuil, al escuchar aquellas palabras, se separó de su antiguo compañero de Gremio y sonrió con cortesía, con ojos alegres.

-Perdona por mis modales de antes. Quizá te debiste llevar una mala opinión de mí y eso me entristece. ¿Cual es tu nombre, si puedo saberlo?

-Oh, eh... - Ichiro no estaba acostumbrada a tratar con tanta gente extraña a la vez y se veía algo perturbada. Pero se recuperó con presteza - Me llamo Ichiro, encantada - espetó, haciendo una ligera reverencia.

-Mi nombre es Hanuil de Mër, el placer es mío - el jovenzuelo, ante ella, hincó una rodilla en el suelo, le cogió de la mano con suavidad y la besó, mientras la miraba con sus ojos azules y vivaces - Intentaré compensar el mal rato que te hice pasar, mi bella Ichiro. Tienes un corazón muy valiente.

El rostro de la joven se encendió a una velocidad de vértigo y sintió como si un fuego le arrasara las mejillas al ritmo de un corazón que le latía con fuerza en sus sienes. Nunca nadie se había referido a ella en aquellos términos. Solamente había leído aquellas fórmulas corteses en novelas de corte medieval.

-Oh...yo sólo...eh...me gusta la aventura, nada más... - su propia voz le sonaba rídicula e infantil, y hubiera preferido que en aquel momento le tragara la tierra.

-Levántate, Hanuil. La pobre chica está confundida y con esta zalamería aún la confundes más - Elrik lo miraba de tal forma que ya parecía conocerlo como si de su propio hijo se tratara.

El chico se levantó con lentitud y se apoyó en la barra con su codo derecho, justo al lado del cuerpo yaciente de Loriley.

-No era esa mi intención, a veces soy demasiado impulsivo. ¡Camarero, un vaso de licor de Pleyd! - se soltó el pelo, y los cabellos dorados cayeron hasta la mitad de su espalda. Una vez tuvo el plateado elixir ante él, siguió hablando, volviendo de nuevo su mirada hacia Ichiro - Y bien, entonces. ¿Quieres convertirte en Viajera?

La niña vaciló unos instantes y tragó saliva ante una pregunta tan directa. No sabía exactamente qué responder y es que, de hecho, no sabía realmente qué hacía allí.

-Yo solamente quiero descubrir otros mundos, nada más. No pretendo convertirme en nada.

Otra vez sus palabras habían sonado como las de una niña mimada y desprotegida. ¡Cuánto odiaba aquello! Pero de todas formas no se le ocurría otra respuesta.

-Ese era el objetivo original del Gremio de Viajeros - el niño rubio dió un sorbo a su bebida y siguió hablando, aclarándose así la garganta - Miles de años atrás, los Viajeros eramos el Gremio más prestigioso de todo el Mundo Feérico. Gracias a nuestra sabiduría, los dos mundos, el Humano y el Feérico, estaban siempre interconectados. Celebrábamos fiestas, bailábamos y cantábamos juntos...¡Imagínate, Ichiro! - sonrió, con los ojos cerrados y las cejas arqueadas - Nosotros y nuestras Creaciones, inseparables, aprendiendo los unos de los otros...

-Pero eso ya no es así - replicó Elrik, interrumpiéndole y harto de estar en silencio ante las melosas palabras de Hanu - Y deberíamos evitar vivir del pasado. Los humanos y nosotros hace tiempo que nos distanciamos para siempre.

-Yo...me gustaría que todo volviera a ser así - susurró Ichiro, con un hilo de voz - Quizá no sea tan difícil. Quizá podríamos volver a refundar el Gremio y convencer a los humanos de volver a los Días Antiguos.

Elrik negó con la cabeza y su expresión parecía triste y desolada.

-Hace poco estuve en Espiral, por mi cuenta. Los Lamat están manipulando la maldad que reside en los corazones humanos para su propio beneficio. Unos pocos resisten, pero no por mucho tiempo. He oído algo de un tal Nuán y de un joven llamado Lúne, pero no estoy seguro de sus verdaderas intenciones... - se rascó la frente y arrugó el entrecejo en un esfuerzo por hacer memoria - Lo que más me preocupa, sin embargo, són otros rumores más oscuros, se dice que...

-¡Oh, Elrik, hablemos de esto más adelante! - le interrumpió Hanuil, el cual se había incorporado y, apurando lo que le quedaba de aquel licor plateado, se dirigió de nuevo a Ichiro y le acarició un hombro, con dulzura, sonriéndole - Mientras haya unos pocos con voluntad de luchar, todo es posible. En ocasiones, una visión alejada de la Realidad y del Hastío tiene más razón que la opinión de un pueblo entero.

Ichiro volvió a sonrojarse de forma alarmante, su corazón de nuevo volvía a bombear con extrema rapidez y ni siquiera era capaz de escuchar aquellas bellas palabras. Estaba más ocupada por intentar que no se le notara su turbación y el golpeteo de su corazón.

-Pensad como queráis - Elrik se dirigió hacia la puerta y salió afuera, ligeramente enfadado por haber sido interrumpido de aquella forma tan brusca.

-¿Qué le sucede? - Ichiro de repente había despertado de aquel estado de nerviosismo que hacía mella en su estómago y se interesó por la reacción súbita del hombre.

-Déjalo. Él también pensaba como tú antaño. Aún le duele escuchar esas palabras, ha visto demasiadas cosas terribles que le han oscurecido el corazón - Hanu recuperó la sonrisa de nuevo - Sin embargo, la aventura no ha hecho más que empezar, y quizá tiene mucho que ver contigo, más de lo que tú te piensas.

Ichiro intentó serenarse ante las palabras de aquel joven de cabellos de oro, y respiró profundamente mientras se recostaba hacia la barra y le miraba con unos ojos repletos de curiosidad.

-Gracias por tus palabras, Hanuil. Sin embargo, me siento ridícula y empequeñecida ante tales acontecimientos. Creo que he actuado de forma muy inmadura e infantil y no soy consciente de tantas cosas de este mundo, y sé tan pocas cosas de Espiral en realidad...solamente he leído novelas humanas y por eso quiero viajar allí, porque estoy harta de vivir sin emociones reales, estoy harta de leer y no participar. Pero dudo que sea la más indicada para la lucha... - hizo una pausa y alzó sus ojos de miel hacia él - Me sorprende que alguien de mi edad tenga las ideas tan claras. Yo, no obstante, soy una niña con sueños tontos en la cabeza que se ha inmiscuido en vuestro universo sin pedir permiso.

Hanuil la miró con los ojos abiertos, sorprendido por algo. Ya no la miraba directamente, ahora observaba el fondo de su vaso vacío y sus labios ya no dibujaban una sonrisa.

-No tienes que avergonzarte de nada, ni pedir permiso por nada, Ichiro. Al escuchar tus palabras soy yo quien siento vergüenza por haber perdido aquellos sueños que me alimentaban y que me hacían ilusionarme por nuevas aventuras y viajes - alzó sus ojos y, cual fue la sorpresa de Ichiro al observar que estaban bañados en lágrimas - ¿Ves? Ya me has hecho emocionar. Hacía años que no lloraba, y vienes tú, una desconocida, y hace remover todo mi mundo de arriba a abajo. ¿No es maravilloso? - sonrió nuevamente - Y ahora no pensemos en nada más. ¿Te apetece relajarte y escuchar un poco de música?

La niña, en un impulso que no supo muy bien de dónde venía, cayó sobre los brazos del joven, también emocionada por aquellas palabras tan sinceras y sentidas.

-¡Soy feliz por haberos conocido! ¡Muy feliz! - se separó de él y le cogió las manos repleta de ilusión - ¡Claro que me apetece! ¿Y luego nos pondremos en camino? ¿Iremos a Espiral?

Aquella vez fue Hanuil quien sintió sus mejillas arder con intensidad. No estaba acostumbrado a una demostración de cariño tan efusiva por parte de una chica, y más siendo casi una desconocida. ¿De dónde había salido aquella Ichiro? Aquella pregunta, lejos de hacerle dudar, le infundió una ligereza en su alma que hacía demasiado tiempo no sentía.

-Iremos a Espiral - dijo él, mientras se pedía otra copa - Y convenceremos a Elrik para ello. - añadió, guinándole un ojo.

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